Madrid

Madrid.

Sales a cenar un viernes y te tomas una copa, te quieres acostar pronto porque al día siguiente hay jaleo. Mientras te tomas la copa, te invitan a una fiesta. Rechazas la invitación, "mañana será un día largo".

Sábado. Te despiertas. Bajas a desayunar y hacer cuatro recados por el barrio.

Haces la bolsa, metes ropa de piscina, bañador, toalla. Y luego ropa para la boda y todos los bártulos necesarios.

Coges el coche. Te vas a la fiesta. Y es que las fiestas en casa de los Z son siempre memorables. No puedes faltar.

Mediodía, colegas, música, copas, piscina, césped, sol... Regalazo. Al rato te percatas de la hora "Joder! las seis ya... hay que ir a ducharse!"




Subes, te duchas, te peinas, te maquillas, te vistes y sales corriendo a la boda. Llegas justo a tiempo. Sitio bonito, gente bonita. Cena, postre, copas y fiesta.









Salimos a la pista a darlo todo, Denny es un gran compañero de baile. Suerte que ha venido un par de meses de San Francisco, porque no hubiera sido lo mismo sin él. Otros vuelven a la fiesta de la piscina que empezó por la mañana, pero nosotros decidimos alargar una copa más.

De repente Denny pide un descanso, llevamos tres horas bailando sin parar y es cuando él hace referencia a mi energía inagotable para bailar. Él se sienta, yo bailo cerca de su sitio y al final vuelve a bailar. Con esa música era imposible no hacerlo. A lo tonto nos dan las siete de la mañana. Decidimos que ya hemos bailado lo suficiente y que queremos churros con chocolate (eso yo, a él le agencio un pincho de tortilla). Cogemos el coche y nos bajamos al centro.






Iberia cerrado ¡drama! "y ahora ¿dónde desayunamos?" pues mira, cada uno pa'su casa que ya son horas.

A las 11 en pie, ya no puedo dormir más. 3h son suficientes. Me levanto, pongo música y sigo bailando mientras preparo tortilla con jamón y espinacas, zumo y vaso de leche. Ya estoy preparada de nuevo. Ducha y calle. Propongo ir a tomar el vermut.

Después de andar bajo el sol en plan walking dead me dispongo a comer con un colega, "¡gazpacho por favor!" a ver si repongo fuerzas, pero el caso es que no sirvo ni para articular tres frases seguidas, así que disfruto del fresco en silencio y sin quitarme las gafas de sol.



Decidimos ir a tomar el café al bar de siempre, y allí nos encontramos con los demás.

A media tarde, decido irme a hacer un cheescake, que estoy de antojo. Chaqueta puesta y bolso en mano, me lían para quedarme y probar bebidas.

Una cosa lleva a la otra y acabamos cenando allí. Una cosa lleva a la otra y ya suman muchas cañas en la mesa. Una cosa lleva a la otra y acabamos de cocktails en el bar de al lado. Mis dispositivos sin apenas batería, y yo sin llaves de casa. (En algún momento del sábado las perdí...)

Poco importa todo eso, estamos disfrutando, en buena compañía, las horas pasan y uno no se da cuenta, hasta que las copas, y el domingo, empiezan a pasar factura. Sobre la una nos retiramos, cada uno para casa.

No puedo entrar en la mía así qué de camino pruebo si mi colega está despierto.

¡Bravo! si, lo está y me acoge.

Recuerdo el número de la casa pero no el piso, y justo en el momento de intercambio de información ¡PLASH! se acaba la batería. Jooooder "¿¡y ahora que!? para un día que no cojo los cargadores..." (claro, si es que yo salía a tomarme un vermutito y mira como he acabado....)

Entro en el primer bar que encuentro y pido si tienen cargador, ¡TIENEN! Me salvan la vida. "¿Quieres algo?" "No gracias, llevo bebiendo desde las 4 de la tarde." Blablablabla y saca una botella de Jagger "¡OH NO! yo no quiero, que eso envenena." Bueno, pues ya de perdidos al río, Jagger pa'dentro. Móvil cargándose, conversación con el camarero y finalmente poder entrar en casa de mi gran amigo.

A las 7.30 de la mañana en pie (MYGOD), correeee pa'casa a quitar el coche de la zona azul. Ves a Alcobendas a buscar una copia de las llaves. Desayunar en una gasolinera. Dejar el coche en el parking. Coger el metro. Y finalmente llegar a casa.



Son las 11 de la mañana. Te duermes. Abres un ojo a la una. Ya eres persona. Te duchas. Revives. Sonríes. Preparas la comida y finalmente te pones a trabajar.

Y esto es lo que a menudo no se puede explicar de Madrid.

No es ni la primera ni la última de mis aventuras, pero es la que me apetecía contar para expresar el sentido de la ciudad.

Madrid es vida y alma. Madrid hace que todo sea intenso. Por eso sigo aquí, por eso cada día te quiero más.

This entry was posted on domingo, 6 de julio de 2014 and is filed under ,,,,,,,. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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