Archive for febrero 2014

El tren que cruzaba el mar

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Hace un rato he visto una foto del Under Bridge que conecta Dinamarca con Suecia, y no he podido evitar recordar la sensación de cruzar el mar en tren. Ese tren. El que me llevó de Copenhague a Malmö.

Recordarlo es sonreír, porque en este post, escrito rápido a modo de actualización, no cuento la sensación que en cambio si llevo grabada en mi piel. Porque la vida son experiencias, cicatrices y vivencias. Y yo estoy feliz de lo vivido.



La gente esta desnuda en la playa, es febrero, es Barcelona.

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Etapas convulsas, de mucho movimiento. Estar en un barco a la deriva mucho tiempo hace que te plantees saltar y ponerte a nadar hasta la isla más próxima. Buscar un terreno sólido.



Parar, coger aire, descansar.

Estar en Barcelona siempre es un no parar. Arriba y abajo, mil cosas por hacer, visitas, comidas, cenas, charlas... Pero hoy, al acabar todo, era mediodía y he decidido ir a encontrarme con el mar.

Necesitaba sentarme enfrente, sentir el aire y la sal.



No hace falta irse a 12.000 km para estar en el paraíso. La felicidad de ese momento no se puede explicar. Sentada frente al mar, sólo se oyen las olas romper. No hace frío ni viento. No hace falta abrigo y hay bastante gente en pelotas. Me gusta ese pequeño remanso salvaje en medio de la ciudad, un rincón escondido entre rocas y árboles dónde hasta en invierno te puedes dejar llevar.

De vez en cuando aparece gente vestida.

Un hombre pasea por la orilla con la camiseta al revés, se le ve la etiqueta de Fruit of the Loom, los pantalones arremangados, los pies descalzos y unos folios debajo del brazo. Me gusta pensar que trabaja cerca y a la hora de comer viene a pasear a la playa para desconectar y que eso lo hace más feliz. Que se quita la camiseta para que le de el sol, que abandona los zapatos en la arena sin miedo a que se los lleven y cierra los ojos sin pensar en nada.




Una mujer pasa por mi lado, me saluda, no nos conocemos pero nos sonreímos. Allí todos nos sentimos libres. Nada nos preocupa. La mujer sigue su paseo; yo continuo sentada en la arena mirando el mar. La gente sigue inmóvil en sus toallas, relajados.

La luz es limpia, es invierno y el sol brilla como si fuera primavera. No se oye nada. Solo el mar. No hace falta nada más, cerrar los ojos o dejarlos abiertos y observar los movimientos.

Una foto, un video, un suspiro.

Quitarse la ropa poco a poco para que el sol alcance más zonas que la de tu cara.

Sigo mirándolo todo. Hay unos pescadores al fondo, seguro que hablan de ballenas.

Gente que viene con la bicicleta, se para en el borde de las rocas, observa la ciudad desde lo lejos con el mar por medio, y se va.

El agua es magia.





Tambaleo

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Nada importa en lo que creía, mi mundo se volvió distinto cuando apareciste.

Ya no soy la misma. Nadie es el mismo.

Porque cuando amas lo importante no eres tú, es el otro.